domingo, 31 de enero de 2021

TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA DE CANARIAS

Voy a comentar un hecho que me ocurrió en el viernes 29 de enero.

Tenía señalada una vista, en la Sala de lo Contencioso Sección Primera, para practicar una prueba testifical.

Dada la situación excepcional que se atraviesa por el Covid-19, solicité la suspensión. Solicitud que apoyaba, por el riesgo que corría una reunión presencial, dadas las circunstancias personales. Se denegó.

Se apoyaba en que dicho Tribunal había adoptado todas las medidas de seguridad necesarias, para evitar el mínimo riesgo. 

Acepté, no podía ser de otra forma la decisión.

Llegada la hora, me persone con cierto escepticismo; sin embargo, inmediatamente comprobé que efectivamente las medidas adoptadas eran extremas.

Me sentí seguro y sobre todo lo que me impactó, es la aptitud del Magistrado.

Antes del comienzo, se preocupó por mí estado, si estaba cómodo y entonces percibí, que la toga que investía, arrojaba a un hombre cargado de humanidad.

Entonces, sentí el orgullo de pertenecer a la Administración de Justicia.

Convencido de que esa persona al impartir justicia hará lo justo.

La autoridad, cuando se ejerce desde la humildad es auténtica, ya que nace del alma.

Éstas situaciones meramente anecdóticas, te congracia con instituciones a veces desvirtuadas, por quienes confunden el poder que ostentan, con la esencia de lo que representan.

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